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viernes, 29 de mayo de 2009

Permanecer o desaparecer....?

Una de las grandes incógnitas de la historia del hombre/mujer, ha sido siempre la existencia o no de un más allá, de otra vida, de una segunda oportunidad. En este tema cada uno tiene su opinión, y por supuesto este servidor la respeta, como no podía ser de otra manera. Pero me siento en libertad de compartir con vosotros la forma en que yo lo veo.
Quizás pueda sonar triste, pero no pienso ni remotamente en la existencia de una vida eterna y muchísimo menos de un lugar mejor que la tierra que pisamos. Pienso también que la vida es efímera y que hay que chuparle el tuétano hasta que no quede nada, aunque sea de esos momentos cortos y pequeños detalles que para otros pasan desapercibidos.
Sin embargo es otro tema el que me trae hoy aquí después de tanto tiempo sin escribir. Está relacionado con el desaparecer o el permanecer. Hace un par de días discutíamos unos amigos sobre la conveniencia o no de convertirse en donantes de órganos. Diversas son las opiniones al respecto y diversos los motivos por los cuales hay gente a favor y gente en contra.
Yo, afortunadamente, me encuentro entre el número, espero que inmenso, de donantes de órganos de este país. Mis motivos entre otros son, que precisamente como decía al principio, carezco de una creencia que lleve mi alma más allá de este planeta a un sitio hermoso lleno de seres superiores que rebosan de amor y alegría. Pertenezco al total de Católicos que se computarían cada año en el Vaticano solo porque con algunos meses de nacido me bautizaron sin preguntarme si quería o no, cosa que jamás le reprocharé a mis padres por supuesto.
Como creo que mi futuro está lejos de lo sobrenatural y más cerca de la extinción, mi profundo deseo es que alguien pudiera aprovechar alguna parte de mi, por pequeña que fuera, para algún provecho; incluso para el estudio de la medicina en caso de, ojalá así sea, morir muy viejo y que mi cuerpo solo sirva para disección.
Puedo percibir con respecto a esto último un cierto miedo incomprensible para mi. Existe en este país, como en muchos otros de Latino América, un culto a la muerte que proviene de tiempos ancestrales y que de alguna forma ha desviado en una completa equivocación en muchos casos. Muchos de los ritos en que se basan estas creencias, incluso la Católica, provienen de cultos paganos que un buen día un buen grupo de señores crearon por necesidad o por adoración a una figura, cosa, astro celeste, pájaro, mundo sobrenatural, en fin; podría aburriros con tanto ejemplo. He escuchado decir a gente incluso cercana a mi, con una mueca de disgusto en la cara, "que a mi ni me toquen!!!"; como si después de desaparecidos fueran a presentarse con sus mejores galas ante algún señor que no solo les pedirá cuentas por su obra sino también por su aspecto, en algún otro lugar.
Existe tanta gente alrededor del mundo entero que necesita de órganos sanos para vivir, de córneas para poder ver, de médula para limpiarse, de un riñón, de la misma sangre, de un corazón para seguir latiendo.
Por eso desde esta humilde tribuna suplico a todos que lo consideréis, que lo penséis por lo menos, convertirse en donantes es algo inmenso para alguien, aunque la persona que dona quizás no lo pueda ver. Incluso para aquellos que profesan alguna creencia religiosa y creen que sería una profanación de sus sagradas carnes. A vosotros os pregunto, ¿no pensáis que si existe algún ser superior, no sentiría orgullo al ver como una de sus criaturas en un último acto de bien, ayuda a otra a ver otro amanecer? Pensarlo solamente por favor.
Otro factor que influye en estos casos es que, si eres donante y en el momento de tu defunción tu cónyuge o tus padres se niegan a la donación esta no se puede llevar a cabo. Otra vez desde esta tribuna imploro a los organismos legisladores, que protejan las decisiones tomadas en libertad y en pleno uso de facultades, porque una vez fallecido no se puede pedir la hoja de reclamaciones ni la puedes rellenar con un "bic".
Amigos/as míos/as, aunque no profese ninguna religión, también soy de la opinión que el bien no cuesta nada, sobre todo después de que te has ido de este mundo. El que fue tu cuerpo ya no lo es en realidad, se extinguirá poco a poco metido en cuatro paredes de madera, o se perderá en el aire, mar, o en una pequeña urna convertido en unos puñados de cenizas.
Dar vida es lo que más admiro de las mujeres, porque aunque es trabajo de dos personas, son ellas las que alimentan al pequeño/a, lo acunan dentro de ellas, y finalmente después de 9 meses le dan la bienvenida al mundo; esto para mí si es un milagro.
Pues las mujeres no son las únicas que pueden hacerlo. Todos los que respiramos, vivimos, existimos; absolutamente todos podemos ser capaces de dar vida, aunque sea después de morir; que mejor manera de PERMANECER después de haber DESAPARECIDO. Yo por lo menos no conozco ninguna otra.
Pensadlo por favor, y que la Naturaleza os cuide y os proteja.